El espectáculo

Un hombre de mediana edad se dirige a su ceremonia diaria: tomar unas copas en el bar de un suburbio porteño, durante el año 1952.
Pero ese no es un día más: acaba de ser abandonado por el amor de su vida. Entre desilusiones  y su propia frustración, se dirige a ese bar para ahogar su dolor frente a la  reciente pérdida. 
Así, las palabras que encuentra para decir su pesar son las de los poetas del tango, el género popular porteño por excelencia, que abarca desde lo humorístico -con las características típicas del “curda"- hasta lo trágico, en el dolor enquistado de este sujeto. 

Es en este devenir que el personaje cuenta su historia de amor trunca, combinada con la circunstancia de otra pérdida que involucra a todo un pueblo: es el 26 de julio de 1952 y entre copa y copa se anoticia de la muerte de Eva Perón. Tras la soledad producida por su propia historia se agrega la muerte de esta figura arquetípica que amplifica su dolor. 




CONCEPCION ESTÉTICA DE LA PIEZA

El concepto estético con el que se desarrolló la idea  de la pieza surgió a partir de la observación de que muchos tangos emblemáticos del cancionero porteño, impresos en el inconsciente colectivo como parte de nuestra identidad nacional, explotan el tema del alcohol en todas sus variantes.
Mediante las letras de estos temas, el protagonista de esta historia transita su desazón frente a la pérdida y el comienzo de su duelo amoroso.
Se trabaja a partir de cuatro puntos troncales: la contundencia de los textos elegidos, el tratamiento lumínico-proyectual, la escenografía y el trabajo de los intérpretes a favor de la emoción, que guían al público hasta el clímax final de la aceptación de la derrota.
En relación a los textos, se investigó en la múltiple variedad de letras de tangos cuyo punto de encuentro fuera el amor fallido y, como reza el título del espectáculo, el alcohol. A partir de allí, autores como Discépolo, Manzi, Razzano, Gardel y Cadícamo, entre otros,  confluyeron  como los voceros para crear el marco ideal que contara la historia.
El tratamiento lumínico-proyectual , se inspira en la idea de una postal de los años 50, donde el concepto  de color y el protagonismo de la iluminación también cuenten la historia. Para ello se utilizan proyecciones de  postales originales de la década del 50’ y fotos escasamente divulgadas de Eva Duarte, haciendo de cada tango una historia singular que conforma un todo dramático.
La escenografía tiene el valor no solo de contextualizar la acción sino la época, la clase social y el estado de ánimo del protagonista, a través del uso de colores difusos y monocromos que se identifican con la melancolía del personaje y el retroceso a través de las décadas. 
En cuanto al terreno de la interpretación, podemos describir a este hombre porteño típico de la década del ’50, que llega emocionalmente herido durante esa noche emblemática de la república, para negar su dolor mediante el alcohol; sin embargo, frente a la imposibilidad de llevar a cabo su cometido, se introduce en un tránsito doloroso que lo obliga a enfrentarse a sí mismo y a su propio fracaso.
Expresamente se buscó que este espectáculo no fuera un mero recital de tangos unidos por un solo concepto, sino que ha sido planteado como un recorrido dramático durante el cual este personaje, a través de los distintos textos, nos relata no solo su pérdida individual, sino los avatares de un contexto histórico político que marcó una época ineludible de nuestro país.

La actuación y la interpretación musical se presentan amalgamadas con el fin de conmover la sensibilidad del público y narrar la historia de un sujeto y su época.

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